Cuanto más se viaja por Perú más valoras el hecho de poder hablar el mismo idioma que los lugareños. La gente te cuenta como vive o piensa, aparte de las típicas preguntas del día a día (de que parte de España vienes, si eres del Madrid o del Barça , soltero o casado, etc.) aunque de las mejores cosas es, sin duda, el poder regatear por absolutamente TODO. Y es que no tienes otra opción sino quieres que te tomen por un primaveras a casi cada instante. Definitivamente en el Perú me doctoré en eso, lo cual no impide que te puedas llevar algún disgusto, y eso suele suceder cuando te relajas y bajas la guardia.
El caso es que tras andurrear un buen rato desde bien temprano y empezar a saborear la ciudad, teniendo como pretexto la búsqueda de alojamiento, a las cuatro horas de llegar al Cusco me instalé en un hostal ubicado en el pintoresco barrio de San Blas y empecé a desempaquetar las cosas de la mochila, cuando me di cuenta de que la cámara no estaba donde debía.
No la usé aquella mañana por lo que debió «desaparecer» en las terminales de Arequipa o Cusco, y eso que viajé con la mejor y más segura compañía del país, Cruz del Sur. En fin, la reclamación de nada sirvió y en vez de lamentarme decidí buscar soluciones, y éstas me las dio Nica, quien me prestó su cámara para fundirla a base de retratar piedras y montes. Nica es cordobés argentino y lo conocí en el primer hostel del Cusco donde me alojé. Al final pasamos los mejores y más intensos días de mi viaje por el Cusco y las maravillas de alrededor. Muchas gracias compadre y buen viaje!!
De los grandes aprendizajes que tuve en este viaje por Perú fue comprobar la cantidad de gente que viaja sola, y como gran parte de la misma son chicas jóvenes de todo el mundo, algunas sin saber español. Lo mejor de viajar solo es que aparte de ir a tu aire, sueles conectar rápidamente con esa misma gente que va en tu onda y te abres más fácilmente, llegando a compartir sensaciones y vivencias intensas en sitios maravillosos a los que probablemente nunca volverás. Si bien esto ya me había sucedido antes en Arequipa, en el Cuzco alcanzó su cénit.
Cusco, ciudad mítica
La verdad es que en mi primer encuentro con el Cusco no sentí ningún flechazo, ya que me decepcionó un poco el comprobar como era más castellana de lo que había imaginado, cuando yo iba más en búsqueda de la esencia inca (no, no pedí libro de reclamaciones). Sin embargo tras mi paso por allí me quedó claro que el Cusco es la CIUDAD histórica del Perú, y quizás de toda Sudamérica.
Es la urbe habitada más antigua del continente americano y su fundación, como la de todas las aglomeraciones humanas cargadas de historia, se envuelve en los velos de la leyenda. En este caso se cree que el dios del sol, Inti, señaló al primer Inca (pues éste era el nombre del gobernante y por extensión el de su pueblo), Manco Cápac, y a su hermana y consorte, Mama Ocllo, que se estableciesen con su gente en Cuzco, tras haber peregrinado desde el sur.
A partir del siglo XIII se convirtió en la capital del reino de los incas, el cual derivó en auténtico imperio a partir del siglo XV de la mano de Pachacútec, un gobernante legendario al que se le atribuye, entre otras muchas acciones, la delineación de Cusco en forma de Puma y el haberla convertido en capital del Tahuantinsuyu, o cuatro regiones que componían el superestado andino que erigió este pueblo quechua desde Chile hasta Colombia.
Cuzco es turística hasta lo inimaginable, cosmopolita y monumental como ninguna otra, y es el lugar más adecuado para comprobar las dos culturas principales sobre las que se asienta la identidad del Perú. Si en Cajamarca o Arequipa no me sentí extraño por momentos, aquí esa sensación me acompañó desde el primer día, una vez se desvaneció mi pequeña desilusión inicial. Por momentos me sentí casi como si estuviera en el Albaicín granadino, aunque rápidamente alguna cara o cualquier muro me reubicaban en el sitio preciso.
Excursión al Valle Sagrado
Casi una semana estuve por Cusco y algún día más me habría quedado explorando los alrededores, sobre todo el Valle Sagrado de los Incas, en el que solo estuvimos un día que, sin embargo, me supo a lo mejor desde que llegué a Sudamérica hace casi cinco meses. Buena gente en la excursión, un guía dicharachero y fantasioso, y unos parajes fabulosos, llenos de una energía especial, para lo cuales no estás preparado.
Ese fue el día también en que me tocó cantar a capela en el microbus, y sabiendo como aún arrasa por aquí, me arranqué con Camilo Sesto; creo que acerté de lleno, al igual que Nica con Nino Bravo. La música que se oye por Perú también merecería algún comentario aparte, pues junto a los ya mencionados, Hombres G, Loquillo, Raphael o José Luis Perales siguen en la brecha.
Pisac, Ollantaytambo, Chinchero y Maras merecen mucho más que un día, pero al menos el tiempo de visita estuvo más que aprovechado. Supongo que no hay viajero que haya visitado estos sitios que no se haya sentido hechizado por alguno de ellos, o por todos. Pisac me pareció irreal y Ollantaytambo es un privilegio, pues esa es la sensación que se tiene al sentir como pudo ser una población incaica de hace 600 años. Allí estuve a punto de quedarme toda la tarde, pues necesitaba empaparme aún más de todo aquello tan exótico, aunque al final seguí con el grupo y argentinos, peruanos, suecos y gringos pudimos conocer Chinchero.
La herencia cultural dual de la que hablaba antes alcanza aquí su cénit en la Iglesia de la Natividad, siglo XVI, con su virgen criolla y artesonado mudéjar, que se alza en la cúspide de un cerro imponente plagado de muros y andenes incaicos.
Una sensación de euforia y de cercanía del cielo que jamás había sentido antes, el extraño color que este presentaba, así como la ligera llovizna que nos acompañaba, me hicieron vivir en Chinchero quien sabe si una experiencia cuasi-mística, un brote de Síndrome de Stendhal o una jugada de la altitud (esto último menos probable). En cualquier caso esas mismas sensaciones, y aún más intensas, volvería a tenerlas en la cima de la Montaña Machu Picchu pocos días después.
Precisamente Maras representa esta cualidad, ya que se piensa que era un centro de experimentación agrícola donde se comprobaba la adaptación de las especies a diferentes alturas y condiciones climáticas antes de trasladarlas a las distintas zonas del Tahuantinsuyu. Yo no llegué a visitarlo, aunque un pequeño diablo ibicenco llamado Leo se coló plácidamente y me propuso hacer lo mismo. Finalmente una bizarra noche cusqueña nos lo impidió.
También tratamos de colarnos por dos veces en Sacsayhuamán, la imponente fortaleza de megalitos pétreos que domina el Cusco y conforma la cabeza del puma. Casi lo conseguimos y hubiera sido una feliz venganza y una buena forma de protesta ante la rigidez de los bonos turísticos que se venden para las visitas a Cusco y el Valle Sagrado.
El caso es que puedes comprar un bono general que permite el acceso a los yacimientos incas del Cusco (City tour) y el Valle Sagrado, o bien puedes optar por comprar un bono separado para cada uno de estos grupos de yacimientos. Si optas por el Valle Sagrado debes hacer la visita en solo dos días, durante los que pasas de puntillas por Pisac, Ollantaytambo, Chinchero y Maras.
La cosa está pensada para que compres el bono general y te quedes en Cusco todo el tiempo que sea posible dejándote la plata. Si optas por el bono parcial lo mejor es que visites esos cuatro sitios, ya que no puedes canjear uno de ellos por otro del city tour. A nosotros se nos quedó Maras y tratamos de conjugarlo por Sacsayhuamán, aunque al final no tuvimos suerte, a pesar de conseguir el apoyo explícito de un señor peruano, ex-diplomático, que conocimos en el acceso a Sacsayhuamán.
A cambio nos tocó consolarnos con una cerveza en la terraza con las mejores vistas de Cusco. Mi consejo es que las excursiones las contratéis en la misma Plaza de Armas, no tengáis temor ante la incertidumbre, pues aquello es como un bazar persa en el que con un poco de paciencia el viajero no sale mal parado.
Aunque es caro en relación al resto del Perú, el Cusco tiene ofertas para todo y todos, de noche y de día. No dejéis de visitar el mercado y abrigaros muy bien al caer el sol, a no ser que paséis por las calles Procuradores, Tigre, Plateros y os decidáis a probar el Pisco Sour, la bebida estrella local.
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