No pensaba visitar Arequipa en un principio, pero la recomendación de la guía de viaje que llevaba (Lonely Planet) me hizo cambiar de opinión. No hay que fiarse en exceso de los contenidos de las guías, máxime cuando los mismos no están actualizados y se remiten a algunos años atrás. Ya en Huanchaco me ví preguntando por un hostal inexistente, ante lo cuál se te queda una cara que ni te cuento!
Los viajeros que me encontraba durante mi trayecto hacia el sur acabaron de decidirme, ya que se mostraban entusiasmados tras haber visitado Arequipa, altiva capital sureña y destino obligado de mochileros.
Llegué desde Lima tras 15 horas de viaje en un bus que tenía más comodidades que un avión (asiento reclinable de cuero, servicio de cena y desayuno, tableta con películas, música y conexión a internet, etc.) perteneciente a la mejor compañía del Perú, «Cruz del Sur», la cuál iba a ser protagonista también del mayor disgusto que me llevé en el Perú.
Durante el viaje encontré el desierto más crudo que se pueda imaginar a la altura de Ica; ocredad, ramblas yermas y ningún atisbo de vegetación, un escenario idóneo para imaginar a Han Solo tratando de salvar a Lando Calrissian de las fauces de Sarlacc. Poco a poco lo extraordinario se va convirtiendo en norma habitual, y así estar en el altiplano a 5.000m de altura o encontrarte entre volcanes activos forma parte de lo usual cuando viajas por Perú. Sin embargo no debemos llevarnos a engaño, pues cuando piensas que ya casi nada podrá sorprenderte, el siguiente destino te demuestra lo contrario.
Conociendo Arequipa
La criolla Arequipa fue fundada en 1540 y es la más aristocrática de las ciudades peruanas, lo cuál se refleja en su urbanismo, su arquitectura y sus gentes. Ese carácter orgulloso, casi aristocrático, lo personifica perfectamente su hijo más ilustre, el escritor Mario Vargas Llosa. Y en realidad tiene de que presumir, pues Arequipa sea quizás la ciudad más culta del Perú. Sirvan como muestra un par de ejemplos: los guías aquí hablan inglés perfectamente y existen librerías «de verdad», especializadas en distintas temáticas.
Me alojé en un hotelillo típico de mochileros en pleno centro, el MB Backpackers, y fue una gran decisión. Un sitio colorido, animado y cosmopolita donde el buen rollo imperaba. Si viajas solo esta opción es ideal, porque conoces gente de todo el mundo que te proporciona información de primera mano sobre lugares y excursiones, algun@ de los cuales, además, se convertirán en compis de trayecto.
Arequipa es conocida como La ciudad blanca por encontrarse sus edificios históricos construídos con piedra volcánica de color blanquecino. Históricamente esta manera de edificar mediante sillares se ha tenido por la más noble desde los tiempos más antiguos, y en Arequipa surgió como respuesta estructural ante los habituales seísmos que azotaron la ciudad desde el siglo XVI. Si bien en el conjunto histórico, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad, se aprecia un barroco criollo en sus iglesias y palacetes, la catedral destaca por la pureza de sus cánones neoclásicos. Me sorprendió gratamente encontrar una ciudad así en Perú, tan elegante y racional en su estética.
Que hacer y que ver en Arequipa? Pues se puede ascender a cualquiera de los impresionantes nevados que se vislumbran desde la ciudad, como el Misti, se puede y se debe pasear por su centro histórico, pero sobre todo es obligado visitar el Monasterio de Santa Catalina, una estremecedora ciudadela de monjas de clausura donde el tiempo se detuvo hace tres siglos. Otra excursión típica es la del Mirador de la Cruz del Cóndor, sobre el Cañón del Colca, una espectacular falla geológica que en algunos puntos desciende espectacularmente más de 3.000m.
Excursión al Cañón del Colca
La excursión al Cañón del Colca estuvo genial: la insólita parada en la imponente Reserva Nacional Pampa Cañahuas, donde en medio de la nada unas lugareñas vendían prendas de lana (y esta vez sí que parecían de alpaca), Chivay, donde a la vuelta nos zambullimos en los Baños termales de La Calera (mi segunda vez en Sudamérica), o el poder disfrutar de las vicuñas en su hábitat, huyendo ante nuestra presencia. Los guías y el grupo que coincidimos en la excursión fueron de primera: Galdino de Méjico y su esposa ucraniana, Giuliana y Sofía de Argentina, la chica alemana fumadora…
Otra cosa que nunca olvidaré de aquella jornada fue mi atuendo : zapatillas de goma con calcetines, bañador de cuadros, forro polar y poncho. El motivo de semejante look es que en mi viaje por Perú de algo más de un mes llevaba lo justo en una mochila de 30 litros, por lo que cada 3 días debía visitar una lavandería forzosamente. Si la entrega de la ropa limpia se retrasaba, no me quedaba otra que recurrir al disfraz. Precisamente por eso no pude descender al fondo del Cañón del Colca, tal como me habría gustado. En Cajamarca seguro que también recuerdan mi look andino-playero, bajo la lluvia, camino de la lavandería…
Otra experiencia única en Arequipa, ésta gastronómica, fue el poder disfrutar de la cocina del afamado chef Gastón Acurio, donde probé el Rocoto Relleno, platillo estrella de la cocina arequipeña que me recordó, una vez más, que la gastronomía peruana es única! Y así, con un excelente sabor de boca me encaminé a la capital del Inca, el Cusco.
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