Written by: Manuel M. Alonso
Published on: 12 octubre 2016
Quito fue mi hogar durante 2 años, entre 2014 y 2016. 2 años intensos en los que estuve trabajando como profesor de enseñanza secundaria. Quito también fue el punto de partida de mis viajes por Sudamérica. No me resultó fácil adaptarme, ya que en Europa siempre había vivido en ciudades más manejables, mientras que Quito, aún no siendo una gran megaurbe de Sudamérica, si que es lo suficientemente grande como para que no resulte del todo amable para los peatones.
Enclavada en una serie de valles andinos, entre volcanes y cerros imponentes, Quito tiene una altitud media de 2.800m. Debido a la cercanía al Ecuador geográfico, siempre amanece a las 6,00h y anochece a las 18,00h, mientras que las temperaturas son suaves, existiendo no obstante diferencias en función de la altitud y la hora del día. Como norma general siempre es conveniente salir con manga larga por la mañana y no retirar nunca el edredón por las noches.
Tanto si vais expresamente allí, como si os sirve de lanzadera para viajar por otras zonas del Ecuador, éstas son, a mi parecer, las 7 cosas que ver en Quito y que os dejarán un grato sabor:
El Teleférico de Quito
El Telefériqo (sí, con q de Quito!) fue una de las mejores experiencias que viví en Quito, ya que supuso mi primer encuentro con la grandiosidad de los Andes, uno de mis grandes anhelos desde siempre. Asciende hasta los 4000 m de altitud aproximadamente, durando el trayecto algo menos de 20 minutos.
Arriba se encuentra un pequeño centro comercial (algo que me sorprendió), en el que resulta aconsejable beber un mate de coca (lo mejor para combatir la altitud), antes de tomar el sendero que te lleva aún más alto, hasta la misma cumbre del Pichincha (aunque son 2 en realidad), el volcán que da nombre a la provincia de Quito. Importante es llevar ropa de abrigo ya que allí arriba la temperatura baja bastante.
Si bien el paisaje urbano de Quito no me resultó especialmente cautivador, excepto el Centro Histórico, el skyline de la capital del Ecuador es para no perdérselo, ya que aprecias la enorme longitud de la ciudad y como se adapta caprichosamente a los valles, laderas y hondonadas que definen las majestuosas cumbres andinas.
Capilla del Hombre
Oswaldo Guaysamín (1919-1999) fue el artista ecuatoriano más reconocido mundialmente. Un pintor de origen humilde que fue amigo de músicos, intelectuales o políticos y que supo ganarse el favor de poderosos mecenas. La Capilla del Hombre es un museo de apariencia incaica que simboliza el llamamiento a la unidad de los pueblos de América Latina: lamento, desgarro y utopía. En el interior se encuentra parte de la obra pictórica de Guayasamín, en la que la influencia de, entre otros, El Greco y Picasso son palpables. Para acercaros hasta allí coged un taxi, pactando siempre el precio antes. Esta es la mejor manera de moverse por Quito, pues no son nada caros (promedio de 2-5$).
Casa-taller de Guayasamín
Junto a la Capilla del Hombre se ubica la Casa Taller de Guayasamín, un bonito chalé, con vistas no menos bonitas, que es necesariamente una de las 7 cosas que ver en Quito. Cuando la visité tuve la impresión de que no había variado mucho desde que acogiese a su ilustre morador, pues ello es lo que pretende, percibiéndose además un inconfundible aire bohemio, claramente influenciado por las musas de la creación.
La casa contiene las colecciones de arte precolombino y colonial de Guayasamín y a pesar de la mejorable propuesta museográfica que ofrecía en 2015, es un lugar con alma con el que se conecta rápidamente.
La Iglesia de la Compañía de Jesús
El Centro Histórico de Quito fue el primero en ser declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco en 1978, y cómo en la mayoría de ciudades históricas de Iberoámerica, os encontraréis con una ciudad española de traza regular fosilizada en los siglos XVI-XVII. En este caso se conserva intacto, por lo que resulta fácil trasladarse a la época de la Real Audiencia de Quito. Por suerte, y al contrario de lo que sucedió en España en los años 60 y 70, los cascos antiguos de las ciudades andinas con historia no fueron objeto predilecto de la especulación inmobiliaria.
Podéis echar un día tranquilamente por el Centro Histórico, si disponéis de tiempo y ganas, aunque si vais justos de lo primero, visitad la Iglesia de la Compañía de Jesús. No importa que no seáis grandes amantes del arte sacro (yo tampoco), pues seguro que os impresionará igualmente, ya que constituye el mejor exponente de la bonanza del siglo XVII quiteño, así como un soberbio ejemplo del Barroco en América, destacando su interior revestido en oro.
Museo de Arte precolombino Casa del Alabado
Y si resulta necesario el contacto con la historia colonial de Quito (cada vez más marginada e ignorada, como sucede generalmente en toda Sudamérica), no lo es menos el acercamiento que se debe hacer a la historia prehispánica del Ecuador. Para ello nada mejor que visitar este museo, situado también en el Centro Histórico de Quito, que expone mayormente artefactos muebles de las culturas prehispánicas que poblaron las tres regiones del Ecuador: Costa, Sierra y Oriente. Encontraréis cerámica y metal de, entre otras, las culturas de La Tolita, Jama-Coaque, Napo o Valdivia.
Calle de la Ronda
Quizás la calle más típica del Centro Histórico de Quito, que discurría paralela a la antigua muralla, de ahí su nombre. Conserva intacto su encanto, encontrándose plagada de coquetas tiendas de souvenirs, así como de bares y tascas tradicionales. Adentraros en alguna de ellas y atreveros con el morocho (espesa bebida de maiz condimentada de manera parecida a la leche merengada) y el canelazo caliente, bebida típica serrana a base de aguardiente.
Si os pasáis con el canelazo no os preocupéis, que siempre podéis buscar un karaoke cercano donde arrancaros con el Chulla quiteño, el himno de la ciudad, junto a los pasillos, cantes bonitos y melancólicos similares al bolero.
Mercado Iñaquito
Una de la cosas que ver en Quito, y en cualquier destino en el que se encuentren, es un mercado tradicional, ya que es la mejor manera de sondear los productos y la gastronomía local, dominada por el maiz. Quito tiene unos cuantos mercados en los que puedes degustar su extensa variedad de frutas exóticas, además de sentarte a probar los platos locales en los puestos típicos que se encuentran por allí; menestra, diversas variedades de plátanos (me quedo con los patacones), sopas y locros, seco de chivo…
Honestamente, confieso que mi cocina ecuatoriana favorita es la costeña; encebollados, ceviches, encocados y arroces varios para deleitarse!! Aunque lo que más me atrajo desde un principio fueron los jugos naturales; todos los días los tomaba, en vaso de medio litro, tras echarme la siesta, en una tiendecilla de verduras que había al lado de casa, en el barrio de La Floresta.
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